martes, marzo 15, 2016

Al acecho

Lo encontró, Dios sabe dónde.
Lo persiguió, acorraló y esperó pacientemente a que saliera de ese rincón.
Cuando salió, sólo pudo ir a donde ella, la acosadora, se lo permitió.
Y así pasó el tiempo, uno corriendo de un rincón a otro, y la otra disfrutando el juego, consciente de que él estaba atrapado, de que no tenía escapatoria alguna.
Desde luego, por instantes, parecía sacar fuerzas de su desesperación y quizá pudiera haber escapado, pero no, ella es una cazadora nata, que lleva en su haber presas más difíciles de ser atrapadas.
Por fin, ella se cansó del juego y le puso fin... relamiéndose los bigotes, tomó al ratón entre sus fauces y se dirigió al jardín, a saciar su hambre.
En definitiva, empiezo a querer a esa gata.