Noche de viernes de una semana cualquiera. Acudí con mi esposa a la Central del Norte de la Ciudad de México, ya que ella fue a visitar a su familia en Guadalajara. Llegamos como a eso de las 21:30 hrs y el autobús salía a las 23:30hrs, así que tuvimos que estar esperando un buen rato en la sala de espera.
Siempre es interesante ver a la gente en ese tipo de lugares públicos, tratar de adivinar qué hacen, de dónde vendrán, hacia a dónde irán, etc.
En ese lapso vimos a un indigente, adicto a las drogas (solventes, al parecer), dirigirse a una de esas máquinas que, mediante el depósito de una moneda y tu habilidad, te da un muñeco de peluche mediante un garfio accionado electrónicamente.
La cosa es que el tipo se dirigió a la máquina, se agachó e introdujo la amno por donde salen los premios. Grande fue mi sorpresa al ver que tenía un alambre, con el cuál procedió a sacar muñecos de la máquina a diestra y siniestra.
habíamos muchos en esa sala y, me da pena decirlo, nadie hicimos nada, ni siquiera los vigilantes, que brillaban por su ausencia. El tipo sacó unos seis monos de peluche, para salir corriendo del lugar, con la cabeza agachada, a veces hasta gateando, no sin antes dejar uno de los muñecos a un bolero que ofrece sus servicios en el lugar.
Como dije, es increíble que nadie de los que estábamos ahí haya hecho algo para evitar el hecho. Nos estamos volviendo cínicos.
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